Los chorros eramos tres: dos ninjas y yo.
Vos te retovaste al principio y te pusiste violento. Chorros hijos de puta, dijiste en voz baja y te escuchamos. Los ninjas te agarraron uno de cada brazo y te ataron a una silla.
Me gritaste fea. Entonces
uno de los ninjas me dijo: chupasela.
Los ninjas se fueron a la cocina. Querían agua y sacaban cosas del freezer. Yo les grité: conviden, tengo sed. Seguí chupando puta hasta que te vea bien; hacele cerrar los ojos, me decián los dos a la vez, en stereo. Te comí hasta que se te puso dura. Después te di la espalda, te mostré el culo y me senté para cogerte.
Los ninjas se fueron a la cocina. Querían agua y sacaban cosas del freezer. Yo les grité: conviden, tengo sed. Seguí chupando puta hasta que te vea bien; hacele cerrar los ojos, me decián los dos a la vez, en stereo. Te comí hasta que se te puso dura. Después te di la espalda, te mostré el culo y me senté para cogerte.
Mientras los ninjas comían. Hacían ruidos desagradables. Se asomaron y
se rieron como japoneses, y te decían: a ver si podés decirle fea, eh?
Yo te miré sobre mi hombro, ¿qué comen? te pregunté. Cerebritos de coballos, me dijiste vos, chanchitos de la India, y me miraste. Querías darme un beso. Lo ví en tus ojos. Yo ví que querías besarme. Tengo sed, te dije y volví a felarte.
No sé qué pasó después.
Yo te miré sobre mi hombro, ¿qué comen? te pregunté. Cerebritos de coballos, me dijiste vos, chanchitos de la India, y me miraste. Querías darme un beso. Lo ví en tus ojos. Yo ví que querías besarme. Tengo sed, te dije y volví a felarte.
No sé qué pasó después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario